Todos los días estamos hablando de ser el primero en algo, animamos a nuestros hijos a ganar al fútbol y al parchís, a sacar mejores notas que el vecino, en el colegio se les da pegatinas a los más rápidos y a los que pintan mejor. En definitiva, fomentamos constantemente la competitividad.
Pero, ¿es tan importante ser siempre el primero? Si observamos a
nuestro alrededor vemos que para mucha gente sí lo es. Y nuestros hijos
también lo ven. Cuánta gente se deja la piel por ganar o se desgañita
animando a ello. Y el no conseguirlo es motivo de mal humor o gran
pesadumbre. Pero no podemos olvidar que el primero sólo es uno y nunca durante mucho tiempo.
Qué malgasto de energía les espera a nuestros niños si les enseñamos
a vivir para superar a otros. Me parece que deberíamos empeñarnos en
conseguir otros objetivos para nosotros y para nuestros hijos. Por
ejemplo, la superación personal basada en nuestras posibilidades y no en
los límites puestos por otra personas, el convivir con los que nos
rodean con respeto y empatía…
El deporte es
importante y buena parte de su valor está en la competitividad, es
verdad. Pero debemos enseñar a ganar y a perder, a ser humilde en el
éxito y animoso en la derrota. Y recordar también el placer del deporte sin competición, por pura diversión personal.
Cuántas veces empujamos a nuestros hijos a competiciones que ni les gustan ni desean. Enseñémosles mejor el valor del esfuerzo y de la amistad. Ganarán medallas de felicidad.
Autora: Alicia R. Lorca
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