Nuestro trabajo como profesionales de la docencia y el tratamiento pedagógico de lo corporal, se apoya en la relación con personas, es por esto, por lo que debemos lograr que los niños se impliquen, participen y que sean capaces de organizarse, estableciendo por ello relaciones afectivas y motrices de coordinación, y no de subordinación; así será necesario que el profesorado de Educación Física adquiera una serie de hábitos y técnicas para saber afrontar este reto.
Para lograr varios de los fines que plantea esta área, como serían la participación, la expresión, el trabajo en grupo a través de diferentes dinámicas, el proceso de enseñanza-aprendizaje, el desarrollo personal y grupal, la creatividad, etc.; es necesario seguir una serie de pautas, como son:
• Crear espacios para la expresión, en su más amplio sentido, donde cada uno de los participantes, aporte o reciba los estímulos necesarios para tomarlos en su propio beneficio.
• Crear espacios de comunicación donde existan interacciones de mi propia realidad para compararla con la de los demás.
• Desarrollar espacios de creatividad, que de forma directa satisfagan nuestras necesidades espontáneas de creación.
• Experimentar las variaciones del desarrollo motor de cada persona, con respecto a los demás.
• Descubrir nuestras capacidades y habilidades como educadores de valores y actitudes.
Antes de seguir adelante, hemos de preguntarnos ¿de qué forma, como maestros de Educación Física, o fundamentalmente como personas, podemos aprovechar las cualidades físicas y personales de cada uno en este trabajo?, maximizando de forma especial, los campos de la afectividad, los sentimientos, la creatividad y las relaciones interpersonales; contribuyendo con nuestra tarea diaria y desde nuestra área al desarrollo integral de nuestro alumnado.
Reseñar y destacar lo que entenderíamos por un correcto perfil del maestro de Educación Física, que debería estar orientado hacia los siguientes parámetros:
A-. Es un pedagogo creador.
B-. Orienta, no impone propuestas ni manipula resultados.
C-. Ayuda a la desaparición de tensiones inhibidoras (motóricas, sensoriales y perceptivas).
D-. Nunca ha de ser dogmático.
E-. Posee recursos suficientes, a todos los niveles, manteniendo una línea constante y creciente, huyendo, sobre todo de planteamientos rutinarios.
F-. Nunca califica ni compara. Valora cada acción por si misma y atendiendo a las posibilidades y capacidades personales de cada alumno; atendiendo, incluso, al momento en el que se ejecuta.
Observamos que a lo largo de la educación primaria, el maestro en general y el especialista de Educación Física en particular, ha de resaltar sus dotes de creatividad e imaginación. Es un creador nato, y sobre todo posee más preparación práctica que teórica. Entiendo que puede cumplir el supuesto de que: “Nada que no se ha vivido puede llegar a transmitirse”, además mantiene una actitud constante en torno a la participación de todos los miembros del grupo, viéndose como el maestro no es un director de escena que se encuentra alejado de lo que en sus respectivos grupos se realiza, sino que constantemente participa activamente; bien trabajando junto con el alumnado o bien facilitando a este, medios y propuestas de trabajo para lograr de manera progresiva una autonomía amplia en los distintos grupos-clase, para ello no debemos olvidarnos de su nivel de desarrollo evolutivo y motor.
El buen maestro de Educación Física, contará con una programación previa y adecuada al nivel en el que se ha de aplicar y sobre la cual puede llegar a tener una buena capacidad de improvisación, dependiendo también de la evolución y la vida interna del grupo y de lo que éste nos pueda pedir en cada momento. Nunca lo que el maestro proponga, debe mediatizar los resultados del grupo-clase y respetará los resultados que el grupo elabore, aunque surjan de la improvisación, si bien, en ocasiones debe cuestionárselos, para así cotejarlos con las propuestas iniciales de programación, viendo si se han logrado los objetivos previstos, reorientando sobre la práctica nuestra labor docente.
El maestro atenderá a todos los miembros del grupo por igual, respetando el presupuesto de que no se trata de hacerlo de una manera predeterminada, si no del modo que surja de la coherencia interna del grupo. Por supuesto, jamás deberá generar situaciones de competitividad, aunque sí de competición, extrapolando a la vida cotidiana, los valores intrínsecos que posee la sana competencia. No debe dejar de lado las limitaciones y posibilidades del alumnado con el que trabajamos, reduciendo unas y ampliando en todo lo posible las otras, sin olvidarse nunca de su papel excepcional de observador, ya que en determinados momentos será fundamental para aportar su visión externa, permitiendo tener una visión más objetiva del grupo.
En definitiva, el maestro, en su dinámica relacional con los demás se enriquece al trabajar dentro del grupo-clase, entendiendo y aprendiendo de la relación de cada uno con el medio físico el que se desenvuelve la clase, pero con el que intentaremos recrear los objetos, sonidos y estímulos que reciben del medio para así interactuar de forma clara entre el medio y el alumnado. De esta forma, seremos los canalizadores de todos estos conocimientos ampliando globalmente sus conocimientos.
Bibliografía:
- BLÁNDEZ ÁNGEL, J. (1995); La Utilización del material y del Espacio en Educación Física. Barcelona. INDE.
- FRAILE ARANDA, A. (1995); El Maestro de Educación Física y su desarrollo profesional. Amarú. Salamanca.
- VENTOSA,V.J. y otros (1995); La Animación Deportiva en los Centros Escolares, Madrid, CCS.
- DISEÑO CURRICULAR BASE DE EDUCACIÓN PRIMARIA (1989). MEC.
Autor: Jesús Ángel González Sanz
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