Septiembre se esconde aunque sabe que dentro de poco tendrá que descubrirse un curso más. No le importa, sabe que es un mes especial para niños, familias y maestros. Sabe que tiene que hacer magia los primeros días de colegio.
Otro curso nuevo. Puede que para ti sea en un sitio diferente así que imagino que tus expectativas están disparadas, los nervios a flor de piel y la cabeza llena de ideas. Y si repites colegio, entonces, disfruta del reencuentro de tus compañeros, familias y niños, observa lo que han crecido y escucha con atención las historias disparatadas del verano.
Meses por delante que te invitan a comenzar, otra vez. Semanas llenas de trabajo, proyectos, reuniones, festivales, tardes para preparar materiales, corregir, investigar, todo ello plagado de emociones. Y lo más importante, tienes la suerte de ser maestro, es decir, tienes la suerte de volver a empezar.
Sí, al igual que lo niños prepararás tus cosas para el cole: la bata, alguna que otra camiseta que quieres estrenar y que sabes que dibujará sonrisas en algún compañero, los bolígrafos de colores, un estuche nuevo que irás llenando poco a poco, el cuaderno de notas, alguna agenda divertida u original para ir anotando qué sucede cada día… ¡tú también estás de estreno!
Pero emocionalmente, ¿estás preparado para comenzar? Los maestros estamos sometidos a un gran nivel de exigencia y en muchas ocasiones el agotamiento se apodera de nosotros. Sin embargo, esto no es excusa, porque como dicen en mi colegio, los maestros tenemos la suerte de “no cansarnos nunca de estar empezando siempre”. Nuestro trabajo nos permite modificar aquello que no funciona correctamente, buscar soluciones inimaginables hasta el momento, hacer sonreír a adultos y niños cuando las lágrimas impiden avanzar, inventar actividades y juegos para que aprender sea más divertido e incluso más eficaz. También sabemos cantar y bailar aunque a veces no se nos de bien. Incluso hacemos unos dibujos que tras los ojos de los niños son verdaderas obras de arte. Exprimimos los minutos para sacar el máximo rendimiento a nuestras clases y regalamos horas de sueño al tiempo para tener todo listo cuando la ocasión lo requiere.
Los maestros sabemos lo agotador que puede resultar nuestro trabajo pero también lo gratificante que es. No dejes que este curso que está a la vuelta de la esquina te venza. Disfruta de cada momento y cuando te sientas agotado, recuerda que tienes la suerte de ser maestro, de volver a empezar, de dar la vuelta a la situación y encontrar la manera de convertir lo difícil en algo más fácil, de descubrir que lo malo no es tan malo y sobre todo, piensa que tienes lo que muchas personas ya han perdido: la ilusión por reír, por crecer, por soñar que te contagian todos tus niños.
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